Es casi imposible encontrar ejemplos de publicidad institucional que merezcan admiración desde la óptica publicitaria. Este es un caso. Una estrategia clara, donde se añade la autoestima tan necesaria en estos tiempos, un prescriptor de gran valor, una historia creíble y bien narrada, un juego creativo metafórico bien engarzado y, para remate, una producción cuidada al detalle en un espectáculo visual al servicio del producto(s).